El necesario crecimiento de las empresas

monica de oriol

Artículo publicado en El Nuevo Lunes

Mónica de Oriol es Presidente del Círculo de Empresarios.

El ejercicio que acaba de comenzar será, muy probablemente, el de la recuperación económica. Las previsiones indican que, después de siete largos y dolorosos años de crisis, el crecimiento económico se acelerará en 2015 hasta ritmos que podrían superar incluso el 2% y volverá a crearse empleo de manera significativa. Por ello, ahora que los problemas coyunturales empiezan a superarse, es el momento de centrar la atención en una de las cuestiones fundamentales para el futuro de la economía y el empleo en España: el aumento de tamaño de la empresa.

El telón de fondo que enmarca la actividad de las empresas españolas viene caracterizado por la confluencia del proceso de globalización y la irrupción omnipresente de las nuevas tecnologías. Estas nuevas coordenadas de referencia obligan a la empresa a transformarse para adaptarse a esa nueva realidad. Ahora es necesario pensar en términos de mercados globales y de exportación, así como buscar en los desarrollos tecnológicos uno de los cimientos básicos para la competitividad empresarial. Y como el mundo globalizado y tecnológico que se está conformando ha acelerado su velocidad de giro, la empresa española debe adaptarse cuanto antes a estas nuevas circunstancias.

Los estudios y la experiencia enseñan que, en este sentido, la gran empresa cuenta con una capacidad de adaptación al cambio mucho mayor que las compañías de menores dimensiones. Las grandes son mucho más activas en cuanto a la obtención de información, la realización de actividades de investigación y desarrollo (I+D), el acceso a fuentes de financiación, la formación de sus recursos humanos o la relación con sus proveedores y sus clientes, por poner tan solo algunos ejemplos. La confluencia de todos estos factores se traduce, de forma inmediata, en mayores niveles de productividad y, en consecuencia, de competitividad.

Las grandes empresas suelen pensar en términos de largo plazo y de internacionalización de sus actividades. Para ellas, además, la calidad de sus productos y servicios, así como la atención al cliente, constituye, probablemente, su principal ventaja posible. Y esta ventaja se consigue gracias a su actitud y a que su tamaño les permite financiar todas las actividades anteriores, las cuales dan como resultado esa calidad.

Las empresas medianas, y sobre todo las pequeñas suelen carecer, por el contrario, de los recursos necesarios para poder afrontar su propio proceso de transformación y adaptación a la realidad cambiante. Las carencias se reflejan en bajos niveles de inversión en I+D o gastos menores en formación de sus recursos humanos. En consecuencia, su productividad es más baja. Además, su principal preocupación es la supervivencia, con lo que su visión de negocio tiende a ser más cortoplacista y sus ambiciones no suelen pasar por la exportación. Estas no son, precisamente, las mejores cualidades para adaptarse al nuevo mundo tecnológico y global.

Todas estas consideraciones enmarcan el desafío de futuro que la economía española tiene ante sí. Un reto de magnitud porque el tamaño medio de la empresa española es inferior al de las compañías de los principales países de la UE. Eso supone un problema porque existe una correlación directa entre tamaño, productividad y competitividad: cuanto mayor es el primero, mayores son las segundas.

En nuestro país, empero, también se da el caso de que, a medida que el tamaño de la empresa es mayor, las ganancias de productividad que se consiguen son más elevadas que en el resto de la UE. Por tanto, para mejorar los niveles de productividad de nuestra economía y conseguir un crecimiento sostenible, con elevados niveles de calidad de vida, resulta del todo punto necesario contar con una “cantera” de empresas medianas, que puedan competir en los mercados internacionales y dispongan de capacidad para innovar. De hecho, si España tuviera la composición de Alemania por tamaño de empresa, las estimaciones disponibles sugieren que su productividad agregada sería un 13% superior a la actual, con lo que ello implica de capacidad para crear empleo y generar bienestar para el conjunto de la sociedad.

Las razones que explican la escasa presencia de empresas medianas y grandes en la economía española se conocen perfectamente. Se trata de barreras burocráticas, fiscales y laborales, que impiden el normal crecimiento de las empresas en nuestro país, y sin duda alguna también de barreras culturales. Por tanto, para que nuestra economía pueda lograr esas ganancias de productividad tan necesarias, sería necesario remover esos obstáculos.

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