Documento del Comité de Relaciones Internacionales del Círculo de Empresarios
«ESPAÑA ES UN CLARO EJEMPLO DE LOS
BENEFICIOS DE LA GLOBALIZACIÓN»
«Los países con niveles de renta más bajos son los principales beneficiados del proceso de liberalización de los intercambios comerciales internacionales ya que el mayor crecimiento y bienestar económico que está generando la globalización les permite converger más rápidamente con las economías más ricas». Esta es la principal conclusión del documento titulado «La globalización después de Seattle» elaborado por el Comité de Relaciones Internacionales del Círculo de Empresarios y que ha presentado hoy públicamente el presidente del citado Comité, Juan Manuel Urgoiti.
Como ejemplo de los beneficios de la globalización y de la adopción de políticas liberalizadoras el documento señala el caso de España. En él se afirma que «la historia española muestra con claridad meridiana cómo en los periodos de proteccionismo la economía nacional ha crecido menos y cómo en las etapas de mayor libertad comercial lo ha hecho más. En este sentido, España es un ejemplo de la posibilidad de converger en términos reales hacia las posiciones que disfrutan las economías más desarrolladas».
El documento señala que «las diferencias de renta entre los países ricos y los pobres se han ensanchado en aquellas áreas geográficas formadas por economías que han permanecido aisladas de la economía mundial, es decir, que se mantienen al margen de la globalización». En este sentido se afirma que «la libre circulación de capitales favorece una asignación más eficiente del ahorro mundial» y, en última instancia, «favorece la consolidación de un crecimiento sostenido y equilibrado». Por otra parte se pronostica que «la Unión Europea tendrá dificultades para competir con éxito en la economía global si mantiene un modelo económico caracterizado por un elevado gasto público, un sistema de protección social muy oneroso, unos impuestos altos y unos mercados poco flexibles».
«La globalización -concluye el documento- constituye una oportunidad y un desafío. Abre posibilidades para que las economías desarrolladas mejoren su eficiencia y su productividad y permite a las economías en vías de desarrollo mejorar el nivel de vida de su población. El desafío, tanto para unas como para otras, consiste en aplicar políticas macroeconómicas sensatas y crear marcos institucionales capaces de garantizar un crecimiento sostenido».
Madrid, 5 de octubre de 2000