
El envejecimiento de la población es un fenómeno global que afecta especialmente a los países más avanzados y se explica principalmente por las reducidas tasas de fecundidad y el incremento de la esperanza de vida.
España es uno de los países más longevos y con mayor grado de envejecimiento del mundo. Con una de las tasas de fecundidad (1,25) más bajas de los países de la OCDE, acumula 3 años de crecimiento vegetativo en negativo.
Este reto demográfico condiciona la sostenibilidad futura de nuestro sistema de pensiones en un contexto en el que España verá incrementada su tasa de dependencia hasta el 78% en 2050.
Desde 2009, la Seguridad Social registra un saldo negativo que alcanzó el 1,4% del PIB en 2018.
El Banco de España estima que, en ausencia de nuevas medidas, indexar las pensiones al IPC supondrá un avance del gasto de 3 pp del PIB en 2050.