La crisis sanitaria a que nos enfrentamos no tiene precedentes y no podrá ser superada con éxito sin la ejemplar involucración y compromiso que está ya demostrando la sociedad civil. La prioridad debe ser la protección de la salud de los ciudadanos y de los servicios sanitarios necesarios para su atención.
A pesar de las dudas iniciales, confiamos en que el Banco Central Europeo asegurará el funcionamiento de la transmisión de la política monetaria y aplicará la suficiente contundencia para afrontar eventuales escaladas de primas de riesgo. Es necesario asegurar que esa inyección de liquidez llegue a las empresas para sostener su actividad durante los momentos difíciles, preservando las constantes vitales del sistema productivo. La línea de avales con garantía del Estado por 100.000 millones de euros anunciada por el gobierno es una buena noticia y debería entrar en funcionamiento lo antes posible. No supone ahora un aumento del gasto público, y permitirá que el volumen de liquidez extraordinario que ofrece el Banco Central Europeo pueda llegar a las empresas superando los controles de solvencia de la banca comercial.
Los restantes 100.000 millones de euros anunciados incluyen solo unos 17.000 millones de dinero público. Pero esta situación ya muestra un significativo impacto sobre la economía, por sus efectos simultáneos sobre la oferta y la demanda y, por tanto, sobre la sociedad. Provocará una rápida e intensa caída de la actividad que pondrá en riesgo la sostenibilidad de negocios y empleos durante un período de tiempo aún difícil de determinar. Las empresas necesitan disponibilidad de financiación para superar esta etapa y flexibilidad para mantener sus plantillas. No podemos permitirnos una crisis de liquidez y solvencia que se transmita a todo el sistema productivo.
Esta crisis no es como la de 2008, es temporal y pasajera. Ya no tenemos un sistema financiero vulnerable ni una burbuja inmobiliaria. La economía se recuperará rápido en cuanto la crisis sanitaria esté controlada y desaparezca la elevada incertidumbre que genera, en un entorno favorable de bajos precios del petróleo.
Pero para acelerar la recuperación necesitaremos medidas de estímulo fiscal para las que algunos Estados miembros estamos sin margen, como desde el Círculo de Empresarios venimos insistiendo. Habría sido muy conveniente contar con un instrumento fiscal europeo. En estas circunstancias difíciles es necesario demostrar con hechos a los ciudadanos europeos y al mundo el compromiso de avanzar hacia una Unión Europea más unida, integrada y solidaria.
En definitiva, es hora de que todas las instituciones públicas y privadas, todos los ciudadanos, demostremos nuestro compromiso de colaborar en el objetivo común de remontar la situación cuanto antes. Y de que nuestros partidos políticos muestren una capacidad de priorización de los intereses generales y de pacto que parecía haber desaparecido en nuestra democracia. Solo así superaremos cuanto antes el impacto de la pandemia y de sus consecuencias económicas y sociales.