La inversión en grandes infraestructuras hidraúlicas en España se sigue realizando sin criterios económicos aparentes, excepto el negocio inmediato de su contrucción y el consumo permanentemente subvencionado a los beneficiarios. La estructura discriminatoria de los precios, la opacidad en la asignación de los recursos regulados y la fragmentación geográfica y de usuarios dificultan, a las puertas del fin del milenio, que el agua sea considerada un recursos económico…