Los Presupuestos Generales del Estado 2018 (PGE) se presentan nuevamente con retraso y con ausencia de impulso reformista derivada de un Gobierno en minoría y de la inestabilidad política, más allá de la dificultad de formar gobierno en Cataluña. Este escenario erosiona la confianza de los ciudadanos ante la falta de un proyecto común que permita a España reforzar la competitividad y el crecimiento económico, garantizando un correcto equilibrio intergeneracional con un Estado de Bienestar adaptado al mundo que viene.
Los PGE 2018, de tono claramente expansivo, no se apoyan en una previsión de ingresos realista, lo que condicionará el cumplimiento del objetivo de déficit y de reducción de la deuda pública. De nuevo, se pierde la oportunidad de realizar una reforma fiscal que garantice una mayor eficiencia y estabilidad de los ingresos, que mejore la posición competitiva, la productividad y la resiliencia de la economía española en el futuro.
A su vez, a la hora de abordar el reto demográfico, marcado por el crecimiento de la longevidad y una reducida tasa de natalidad, preocupa la incapacidad para alcanzar un Pacto de Estado que garantice el futuro de las pensiones a partir de 2030, y asegure la cohesión y la equidad intergeneracional.
El proyecto europeo, a pesar de la recuperación del dinamismo económico de los países miembros, está condicionado por los términos de la negociación de la salida del Reino Unido de la Unión, y por las posiciones antieuropeístas del parlamento italiano, tras las pasadas elecciones de marzo, y en los países de Visegrado1 . Esta fragilidad se ve acentuada por las consecuencias de la política exterior de Rusia y la falta de unidad entre Francia y Alemania para avanzar en la Unión Bancaria y reforzar el euro.
Por tanto, es urgente que España impulse su protagonismo y credibilidad en el diseño futuro de la UE, para ganar peso económico y social en un mundo que se esté desoccidentalizando ante el avance del peso de Asia-Pacífico. Hay que recordar que en el año 1986 la UE suponía un 28% del PIB mundial en paridad del poder adquisitivo frente a un 16% en la actualidad, mientras que China alcanzará a finales de año un peso económico equivalente al de la Eurozona. Por otro lado, la evolución de la economía global está afectada por nuevas incertidumbres derivadas de la política comercial proteccionista de Trump, la reacción de los mercados a la normalización de la política monetaria de la Fed y del BCE, y losrecientes episodios de volatilidad financiera. A todo ello se unen la guerra en Siria y las tensiones con Corea del Norte, reflejo de un nuevo orden geopolítico internacional en el que junto a EEUU y Europa juegan un papel cada vez más relevante China, Rusia, Turquía e Irán.
En conclusión, un mundo cada vez más global, interconectado y en constante cambio exige unos PGE, como reclamamos desde el Círculo de Empresarios, que no solo tengan en cuenta los progresos de la economía española, sino que la doten de mayor estabilidad y certidumbre, diseñando una estrategia a largo plazo que permita fortalecer a nuestro país en el mundo que viene. Por tanto, es necesario introducir una visión a largo plazo y mayor responsabilidad de las fuerzas políticas, lo que requiere dejar a un lado intereses partidistas y electoralistas a corto plazo.
Vídeo PGE 2018: el impulso reformista sigue si aparecer.
Nota de Prensa