La Unión Europea viene expresando desde hace tiempo su preocupación por las negativas consecuencias que una inadecuada regulación y una excesiva carga regulatoria tienen sobre los mercados y la actividad económica1. En efecto, la mejora de las condiciones competitivas requiere de un acceso a mercados de mayor tamaño, de una economía liberalizada y de un entorno regulatorio de calidad.
Desde hace décadas se están adoptando medidas en el ámbito europeo para alcanzar el objetivo de conformar un auténtico mercado único que permita aprovechar las economías de escala. Este objetivo ha sido completado con la coincidencia general en la necesidad de liberalizar nuestros mercados y, más recientemente, de desarrollar un marco normativo que minimice la carga administrativa que soportan empresas y consumidores europeos y que mejore la calidad de la regulación.
Tanto el tamaño del mercado al que tienen acceso las empresas como el entorno regulatorio en el que debe desarrollar su actividad son elementos determinantes de su competitividad (y, por ende, de los países). De ellos dependerán su capacidad de alcanzar un tamaño que les permita aprovechar las economías de escala y los costes regulatorios (directos e indirectos) a que debe hacer frente. Así, cuando la regulación fragmenta artificialmente los mercados o se extralimita yendo más allá de los legítimos intereses generales que pretende proteger, acaba convirtiéndose en un claro lastre para la
competitividad y, como consecuencia, para el crecimiento.
Mucho se ha escrito en nuestro país sobre la conveniencia de los procesos de liberalización y flexibilización de la oferta. Sin embargo, queda aún mucho por desarrollar respecto a la unidad del mercado y la calidad de la regulación. Son aspectos de especial relevancia en la actualidad, dado el proceso de descentralización de competencias y la superposición de administraciones con capacidad normativa, lo que está elevando notablemente el riesgo de generar una auténtica jungla regulatoria que pese excesivamente sobre nuestra competitividad. A juicio del Círculo de Empresarios, a los ámbitos
en los que tradicionalmente se vienen demandado reformas estructurales (mercado de trabajo, educación, política fiscal…), es preciso añadir otra cuestión horizontal de gran importancia: la calidad de la regulación.
Esta ha sido la motivación del Círculo al dedicar su Libro Marrón 2006 a un tema tan relevante como es «Marco Regulatorio y Unidad de Mercado». En él se propone una reflexión sosegada acerca de la influencia que una regulación excesiva y de baja calidad tiene sobre la competitividad. Para ello hemos invitado a una docena de expertos en los aspectos jurídicos y económicos de la regulación que nos ayuden a centrar un problema de complejos matices. Nuestra gratitud por tanto para los que han hecho posible presentar esta nueva edición, y en especial al BBVA por su participación.
Las aportaciones y reflexiones que se recogen en esta edición de nuestro tradicional Libro Marrón pueden enriquecer un necesario debate que permita hacer frente a un proceso de simplificación y mejora de la calidad de las normas que afecte a todos los niveles de nuestras administraciones.
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