Presentamos en el Libro Marrón de este año una serie de colaboraciones bajo el título «El papel de España en una Unión Europea ampliada». Todas ellas aportan interesantes reflexiones sobre un buen número de asuntos que definen los principales interrogantes, retos y decisiones que la Unión debe afrontar a raíz de una ampliación que al escribir estas líneas parece que va a integrar en ella a diez nuevos países en 2004. De las decisiones que se adopten de aquí a entonces en respuesta a esos interrogantes va a depender no solamente la UE del futuro, sino su esencia y, quizás, incluso su pervivencia. Mucho se ha hablado y escrito acerca del «efecto estadísticos, frase bajo la cual se entiende la reducción del PIB medio per cápita de la UE tras acceder a ella unos países cuyo denominador común es tener un nivel inferior al de los actuales Estados Miembros. Ese efecto estadístico hace que el PIB per cápita de numerosas regiones y Estados Miembros, entre ellos España y muchas regiones españolas, se eleve tras la ampliación en relación a la menor media de la UE, de tal manera que dejan por ello de ser susceptibles, bajo las reglas actuales, de recibir fondos estructurales o de cohesión. La ampliación conllevará esos y otros efectos de alguna trascendencia para la economía española o para alguno de sus sectores. Los subsectores más intensivos en mano de obra parecen a prior¡ los más susceptibles de verse afectados negativamente, y es indudable que alguna inversión extranjera pudiera desviarse hacia los estados de la ampliación. Pero, en su conjunto, la economía española va a beneficiarse de un mercado único más amplio, de la oportunidad de familiarizarse y establecer relaciones comerciales mas intensas con unas economías que hasta hace poco se encontraban muy aisladas, y de la integración en ese mercado único de una considerable masa de consumidores. Sin desdeñar la importancia de esos efectos, que son objeto de detallada discusión en varios artículos de este libro, quizás tiene más relevancia el objetivo de pasar de ser un país que aspira a converger con la media, a ser un país con un nivel de renta superior a la media. Irlanda lo ha logrado partiendo en 1986 de niveles prácticamente idénticos a los españoles. En el Círculo de Empresarios pensamos que España puede lograrlo en el plazo de una década o menos, siempre que cobren nuevamente vigor la liberalización de mercados y las reformas estructurales. La ampliación no hace sino reforzar la necesidad de dotar a la economía europea de mayor flexibilidad, flexibilidad que viene aún más perentoriamente requerida en nuestro caso por nuestra pertenencia a la Unión Monetaria Europea (UME), en la que España aún tiene un diferencial de inflación en relación a los restantes estados, que ya no puede corregirse por la vía del tipo de cambio. Las posibilidades de que la economía española crezca por encima de la media de la Unión y genere empleo, pasan por lo tanto por una mejor asignación de recursos que mejore la productividad de los mismos, para lo cual es esencial que los mercados se liberalicen deforma que los precios transmitan las señales correctas; y por la reducción de los costes laborales unitarios, que se verá favorecida por una mas eficiente asignación de recursos, pero que debe reforzarse con la liberalización del mercado de trabajo, comenzando por la de la negociación colectiva; con una reducción de los costes laborales no salariales, y favoreciendo la movilidad geográfica del factor trabajo, proverbialmente inmóvil en España, en parte a causa de la extraordinaria rigidez de la legislación sobre el suelo y los arrendamientos urbanos. La reducción de los costes no salariales, en especial las contribuciones a la Seguridad Social, sólo es posible si se procede al cambio, gradual pero decidido, del sistema de pensiones. El Círculo de Empresarios ha propuesto un sistema de tres pilares cuyo pilar central esta basado en la capitalización, que no sólo permite esa reducción asegurando un tránsito sin fricciones de uno a otro sistema, sino que resuelve la sostenibilidad del sistema de pensiones y favorece la generación y movilización de importantes volúmenes de ahorro privado. Por razones de estabilidad macroeconómica, especialmente importantes en el marco de la UME, España debe mantener un presupuesto cíclicamente equilibrado. Pero el equilibrio cíclico no es suficiente si solamente se logra acompasando el crecimiento de los ingresos al de los gastos. En el marco de la Unión amplia- da cobra aún mayor importancia el no destacar por lo predatorio del sistema fiscal sino por lo contrario, puesto que ese es un factor de importancia decisiva en la localización de empresas y por lo tanto en la creación de empleo y el acceso a los avances tecnológicos. España no puede permitirse la igualación al rasero menos exigente o más intervenido, sino que debe ser beligerante para evitarlo. El Círculo agradece de nuevo en esta ocasión las valiosas colaboraciones de los autores, y al patrocinador de éste libro, el BBVA, el hacer posible el recogerías aquí, con la seguridad de que estas colaboraciones contribuyen a la comprensión de los asuntos que van a definir el futuro de España dentro de la Unión ampliada y aportan ideas que contribuirán a que ese futuro sea mejor.
