Solamente el dos por ciento de la población mundial (el seis por ciento en la OCDE) vive en un país distinto de aquél en que nació, una proporción que se ha mantenido casi constante durante los últimos treinta años. Sin embargo, el fenómeno de la emigración parece generar una controversia que se aviva con el paso del tiempo y que se ha extendido gradualmente desde el campo de la antropología y la sociología al terreno de la economía y la política, a la vez que se agudiza la sensibilidad de un número creciente de personas hacia los dilemas éticos que los movimientos internacionales de la población suscitan.
Algunos países, como la mayoría de los integrantes del continente americano y otros del área del Pacífico (Australia y Nueva Zelanda), sólo pueden ser entendidos mediante el estudio de los movimientos migratorios que conforman sus raíces históricas. Otros -como los europeos- habían perdido, en mayor medida, la conciencia de las corrientes migratorias que los forjaron en la antigüedad.
La reconstrucción industrial de Centroeuropea al término de la Segunda Guerra Mundial, y su afianzamiento como potencia económica atrajeron, en la segunda mitad del pasado siglo, nuevos flujos migratorios procedentes, en su mayoría, de las zonas periféricas. El fenómeno se intensificó tras el colapso del comunismo en Europa Oriental, hasta generar cierta perplejidad –y, a veces, desasosiego- en sociedades europeas étnicamente estables y, por lo mismo, menos acostumbradas que las transatlánticas a acoger y asimilar un número significativo de personas con distinta cultura. La cuestión reviste aún mayor novedad en España, país en el que la emigración a otras zonas del mundo fue contemplada, desde el siglo XVI y hasta finales del XX, como una opción vital que muchos ciudadanos decidieron ejercer. Pero en los últimos quince años, es decir, desde la incorporación de nuestro país a la Unión Europea y su adhesión al Tratado de Schengen, se ha invertido el sentido de los flujos migratorios.
Probablemente, la realidad de una España nueva, transformada en país de acogida de emigrantes se encuentra todavía en las etapas iniciales de su evolución hacia el pluralismo étnico y la diversidad cultural que la caracterizaron durante siglos, con hondas repercusiones también sobre la economía y las relaciones humanas en la empresa. Cómo abordar el fenómeno con un enfoque constructivo, que armonice intereses contrapuestos y arbitre civilizadamente posibles conflictos, a la luz de la experiencia en otras zonas del mundo, será uno de los retos más importantes de la sociedad y la empresa española en los próximos años. A ese propósito pretende contribuir el Círculo de Empresarios con este conjunto de reflexiones, que no aspiran a dejar cerrada la cuestión sino, por el contrario, a proponer criterios para un debate social que será probablemente largo y ciertamente complejo. – See more at: http://circulodeempresarios.org/es/publicaciones/documentos-circulo/el-fenomeno-de-la-inmigracion-aportacion-un-debate#sthash.saGAYvKn.dpuf