Artículo publicado en El Economista
Elena Pisonero Ruiz es Presidenta de Hispasat y del proyecto la Empresa Mediana Española del Círculo de Empresarios
Finalmente está emergiendo un cierto consenso en España sobre la necesidad de que nuestras empresas ganen tamaño. Es importante promover el emprendimiento pero acompañado de ambición para hacerlo con vocación de crear empresa y eso exige más tamaño del que estamos acostumbrados: la media empresarial hoy en España es de 5 empleados.
Y es que está comprobado que la dimensión es determinante para innovar, ser más productivo y ser capaz de competir en mercados que son cada vez más globales, fuera, pero también dentro de nuestras fronteras. No se trata de crecer por crecer, sino de dimensionar los proyectos empresariales, conseguir un tejido empresarial con el suficiente músculo para interiorizar la innovación sobre todo en productos, pero también en organización y procesos, un músculo que las pequeñas empresas no tienen. Nuestra estructura económica empresarial sigue adoleciendo de una terrible dualidad: unas pocas empresas grandes muy competitivas líderes en sus sectores a nivel global frente a un tejido empresarial excesivamente pequeño y comparativamente menos productivo que nuestros homólogos. El 39% del empleo en nuestro país lo generan las grandes y medianas empresas, que representan el 0,1% y el 0,7% del total de empresas, respectivamente. Mientras que el 61% del empleo lo genera el restante 99,2% formado por empresas pequeñas, muy concentrado en las microempresas, aquellas con menos de 10 empleados, que son el 95% de las empresas españolas. El problema para España es que así como las empresas de mayor dimensión se miden con éxito con sus homologas europeas, las microempresas son claramente peores.
En el Círculo de Empresarios estamos impulsando desde hace ya dos años el proyecto “La Empresa Mediana Española” que tiene como objetivo fundamental hacer visible la empresa mediana, la gran ausente del debate empresarial y pieza clave para dar músculo a nuestro tejido productivo. Y lo estamos haciendo de manera sistemática. Ya hemos publicado dos informes anuales para analizar la estructura empresarial y hemos constatado que el salto más significativo en productividad se produce en el paso de empresa pequeña a mediana. En los años de crisis, la empresa mediana española es la que ha registrado los mayores aumentos de productividad y ha equiparado su comportamiento exportador al de las grandes empresas, hecho especialmente relevante en el caso de los servicios, que incluso superan en cartera exterior a las grandes. Con todo, las empresas grandes (más de 250 empleados) siguen siendo las que más innovan (el 50% frente al 35% de las medianas).
Se han realizado diversos análisis para identificar las causas. Parece evidente que hay factores estructurales diferenciales en España que pueden explicar esa menor dimensión y por ello sería conveniente tomar medidas para favorecer el crecimiento. Siempre se habla del marco regulatorio y de la financiación como rémoras al crecimiento. La Administración puede y debe colaborar mejorando el marco normativo tanto en el ámbito laboral, fiscal como el mercantil para favorecer la creación y el desarrollo de las empresas. Es preciso revisar la normativa para que no penalice el aumento de tamaño de empresa imponiendo, como ocurre ahora, una barrera en los 50 empleados. Con todo, a pesar de las trabas burocráticas y regulatorias, hay muchos empresarios que consiguen impulsar sus proyectos en entornos empresariales adversos. Acabamos de publicar el segundo informe “Top50 de la Empresa Mediana Española” señalando casos de éxito en plena crisis (2008-2012). Lo que hace falta es ambición y capacidad.
Me gustaría destacar en este sentido un tercer grupo de factores que son los relacionados a los aspectos orgánicos y culturales que son determinantes en el desarrollo del proyecto empresarial.
Soy de las que piensa que evolucionamos permanentemente pero las transformaciones se hacen palpables de manera abrupta o por saltos. En cada etapa vital de la empresa se tiene que abordar una cierta ruptura de techo para crecer y en mi opinión está vinculado al proceso de toma de decisiones. El emprendedor cuando decide asociarse con otros para montar una empresa está acometiendo un proceso muy diferente al del mero autoempleo aunque este pueda ser el origen. Crecer requiere conocimientos adicionales y financiación que solo pueden conseguirse mediante capacitación para gestionar los recursos necesarios: incorporar talento y fórmulas cada vez más estructuradas de gobierno corporativo. Básicamente estoy hablando de trascender de la propiedad para impulsar una empresa profesionalizada en la que se separe la propiedad de la gestión y del control. Por cierto, una propuesta profesionalizada tiene más posibilidades de conseguir su financiación porque aporta más garantías de solvencia. Además de este crecimiento orgánico también es posible y, con frecuencia imperativo, asociarse con otras empresas o integrarse directamente acelerando así la adquisición de escala. Contribuir a la creación de un proyecto sostenible generador de riqueza con otros, frente a controlar un pequeño negocio con las horas contadas. Nuevamente gestión de talento (y de egos) con adecuadas fórmulas de gobierno corporativo.
Por último me gustaría mencionar un cuarto factor en el que es preciso profundizar aceleradamente: las herramientas digitales. Son un medio para ganar dimensión empresarial de manera más eficiente y ya son un requisito de competitividad. La transformación digital a través de las tecnologías de la información y la comunicación ofrece a las pymes la oportunidad de operar más allá de sus fronteras, alcanzar mayores mercados y mejor segmentados, vincular países y mejorar sus cadenas de valor. Un llamamiento: no se trata de invertir en tecnología sino de generar una nueva cultura digital, en todos los negocios, que genere una nueva capacidad de desarrollar actividad. El reto social del empleo depende de nuestra capacidad de aumentar significativamente nuestra cultura digital más rápido y mejor que nuestros competidores.
Para promover un crecimiento sostenible de nuestro tejido empresarial que sea capaz de generar un empleo de calidad es imprescindible que nuestras pequeñas empresas ganen tamaño alimentando así la cantera de empresas medianas con ambición de crecer y de esta forma ser capaces de innovar, de ser más productivos y de competir en mercados globales. Es preciso mejorar el marco normativo pero también nuestra capacidad como empresarios de emprender para generar riqueza con más y mejor talento, también digital.