La historia del Círculo de Empresarios se inicia en los albores de nuestra transición democrática. En aquellos difíciles momentos, José María López de Letona, presidente de honor y fundador, lideró la generosa iniciativa de un grupo de relevantes empresarios, deseosos de transmitir a la sociedad española el convencimiento de que la economía de mercado se ofrecía como el marco más adecuado para el progreso en la nueva situación que se abría para el país.
El Círculo se siente muy orgulloso de sus aportaciones al debate socio económico en todo este periodo, empezando por su contribución a la definición del modelo de sociedad que recogió nuestra Constitución. Nuestro deseo ha sido siempre el de aportar serenidad y reflexión a los debates públicos de primer orden sobre cuestiones que afectan al país, procurando anticiparnos a los problemas, desde una voz independiente y con la única pretensión de que la sociedad se plantee los asuntos con rigor y de que estos se discutan con seriedad.
Cuestiones como el déficit público, las privatizaciones, la educación, el sistema sanitario, las pensiones, el marco jurídico, etc., han estado, y estarán, en el punto de mira de nuestras preocupaciones. A los socios más jóvenes del Círculo les preocupa, como les preocupaba a los fundadores, el elevado intervencionismo que hay en este país, con un peso del Estado en la economía española de casi el 50% y con regulaciones exhaustivas en todos los sectores, convirtiendo la actividad empresarial en una tarea complicada, tediosa y excesivamente burocratizada. También les preocupa sobremanera la falta de liderazgos y referentes en la sociedad. Entienden también que la influencia ya no se logra hoy en día en el ámbito nacional sino que tiene que ampliarse a la eurozona. Es necesario trabajar pensando en el pasado mañana para que el Círculo se convierta en una entidad de referencia en la Unión Europea y en el ámbito mundial, que actúe como una ventana de España al mundo.
Al tiempo que nuestras empresas exportan y se internacionalizan, tenemos que convencer a las empresas extranjeras de que éste es un gran país para invertir y para desarrollar proyectos. Junto a la promoción de la libre empresa, del espíritu emprendedor y de la figura del empresario como creador de riqueza, empleo y bienestar, esa va a seguir siendo nuestra incansable tarea para el futuro. Como también lo será el mirar permanentemente al exterior, comprobando lo que se está haciendo en los países más avanzados, para tratar de imitar aquellos comportamientos virtuosos en materia económica que resulten inspiradores.
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