Javier Vega de Seoane es miembro del Comité de Sanidad y socio Círculo de Empresarios. Preside DKV Seguros y el Consejo Asesor de Fujitsu España. También es miembro del Consejo de Administración de varias empresas.
Nadie duda, que en la pasada década, España y muchos otros países, han vivido por encima de sus posibilidades. Desde los duros años de la transición, nuestro país, con mucho esfuerzo y vertebrado por los proyectos de modernización, democracia e integración en Europa, ha ido avanzando por el terreno de la mejora continua de la calidad de vida. En el campo de la sanidad, la mejora de los servicios públicos de salud, han sido espectaculares: hoy día, la salud es un bien universal y el nivel de salud de los españoles es uno de los más elevados del mundo. Aunque, de los análisis comparativos que podamos hacer con los países de nuestro entorno, los costes de los servicios de salud per cápita, son muy razonables, no cabe duda de que en el entorno económico en que nos encontramos, con el gradual envejecimiento de la población y el escenario que tenemos por delante, si queremos mantener el nivel de calidad y universalidad de estos servicios esenciales, con la reducción de recursos públicos, necesaria para la salida de la crisis, algo deberá hacerse, con el fin de ofrecer lo mismo, o más, por menos…
La sociedad, contempla agobiada un panorama en el que por primera vez la calidad de vida de nuestros jóvenes, si no actuamos con rigor, puede ser peor que la de sus padres. ¡No podemos permitir que ello pueda extenderse al campo de la salud! Como es bien sabido, la mayoría de los servicios de salud y sus correspondientes costes, están descentralizados y transferidos a las Comunidades Autónomas, suponiendo entorno al 30-40% de su presupuesto. No parece realista que podamos pensar en reducir significativamente los gastos de las Comunidades, si no se buscan ahorros en partidas tan importantes como ésta.
Escucho con mucha frecuencia, comentarios, de personas desinformadas que dicen, que los recortes en sanidad, solo pueden llevarse a cabo, reduciendo las prestaciones, a costa de la salud de los españoles. El proceso de ofrecer más por menos, es un factor común, tanto en el mundo de la industria como de los servicios: fijémonos en el sector del automóvil, o en el de los servicios de las telecomunicaciones, por poner dos ejemplos por todos conocidos. En la actualidad, el mercado ofrece a los consumidores, coches más baratos que hace una década, con mejor calidad y muchas mejores prestaciones. Lo mismo pasa con los servicios de telecomunicaciones, donde las mejoras han sido espectaculares, siendo compatibles con importantes caídas de precios. Lo mismo podríamos decir con los servicios de consultoría, los de transporte, el turismo y tantos otros, que como la sanidad, son intensivos en mano de obra. La clave de estos logros, que han permitido que todos estos servicios, por su reducción de costes, se hayan puesto al alcance de todos, está en la especialización de quienes los prestan, en la aplicación intensiva de las nuevas tecnologías, que hacen mucho más eficiente y mejor, el servicio prestado y en la aplicación en las empresas privadas, sometidas a una durísima competencia, de las técnicas más modernas de gestión. La experiencia que después de más de una década, hemos tenido en España (particularmente en la Comunidad valenciana) de sistemas de provisión del servicio de salud, mediante acuerdos concesionales por los que compañías privadas especialistas en Salud, con alta reputación, invierten en modernos hospitales y desarrollan una gestión moderna y eficaz, que permite una oferta de salud primaria y hospitalaria de altísima calidad y a plena satisfacción de los ciudadanos, a costes muy por debajo de los conseguidos por el sistema público, puede indicarnos un camino a seguir, para contribuir a garantizar la sostenibilidad del Sistema Público de Salud.No se trata de privatizar el Sistema, sino de desarrollar estos modos de convivencia, público-privado, que abaratan el coste total, evitan al Estado grandes inversiones y generan una dinámica virtuosa por la que se producen mejoras continuas de eficiencias, por la transparencia y competencia creada, garantizando la calidad del servicio, por el mantenimiento de la supervisión y control directo de las Administraciones Públicas. Este modelo concesional valenciano, con las correspondientes correcciones, aplicando las lecciones aprendidas en todos estos años, puede ser de gran ayuda en la evolución hacia un sistema de salud de mejor calidad, y sostenible económicamente. Es tiempo también de que el sector público y el privado recuperen la confianza mutua y promuevan alianzas en las que cada uno aporte lo mejor de sus respectivas naturalezas, para salir de esta situación crítica en que nos encontramos.