El Círculo de Empresarios ha centrado gran parte de su actividad divulgadora de
los últimos años en la necesidad de reformas estructurales. La falta de políticas al
respecto obliga a insistir una vez más en el mensaje. España precisa de reformas que conduzcan a la creación de un marco institucional, económico y de incentivos que permita a la iniciativa privada la transformación de nuestro sistema productivo hacia un modelo más moderno y competitivo. La situación de partida es complicada y sólo con el esfuerzo del conjunto de la sociedad española podrá superarse con mejores perspectivas de crecimiento sostenido en el futuro. Necesitamos de la colaboración entre todos los agentes sociales para implementar medidas que, si bien pueden suponer ciertos costes a corto plazo, producirán enormes réditos económicos y sociales en el medio y largo plazo, sobre todo si cuentan con el suficiente respaldo y se ponen en marcha cuidando la deseable paz social.
En ese nuevo modelo, el sector industrial debería desempeñar un importante
papel dada su capacidad de tracción sobre el resto de sectores, en especial los servicios. Tras sufrir durante años una progresiva erosión, la industria se erige hoy en la gran alternativa para el papel de locomotora de un crecimiento sano y vigoroso. De hecho, la industria debe postularse como un motor principal de la recuperación y modernización de nuestra economía. Un sector industrial dinámico, moderno e innovador es parte esencial de un patrón de crecimiento equilibrado y pilar insustituible para la competitividad de la economía española. Es decir, la industria representa una gran oportunidad que España debe esforzarse por aprovechar.