Dedicar un número monográfico al medio ambiente desde la perspectiva empresarial entraña algo más que la demostración de una preocupación: es un claro signo de que se acepta una responsabilidad, de que se asume el compromiso, por parte empresarial, de velar, cuidar y mejorar los problemas medioambientales en su conjunto. También la palpable muestra de que las empresas españolas están haciendo cosas interesantes en este campo tan debatido y van a seguir haciéndolo en el futuro inmediato, comprometiendo y asignando recursos financieros y medios técnicos y humanos para ello, en el marco de sus estrategias empresariales. De otra parte, el empresario español no ignora, mejor dicho, conoce bien que se halla inserto en un contexto comunitario, el de la C.E.E. y, por ello, sabe que la aplicación de esfuerzos y políticas divergentes en los asuntos medioambientales podría aumentar las diferencias cualitativas en las condiciones de vida y de trabajo de los ciudadanos de los diferentes países que conforman el espacio europeo. Y es que el tema del medio ambiente, algo que por sus ¡aplicaciones y consecuencias no conoce fronteras, compete a todos: nadie puede sentirse ajeno a él. Su importancia y trascendencia son tales que el Acta Unica, de 1986, dedica un capítulo entero a la política del medio ambiente, como continuación lógica y apremiante de los dos primeros programas de acción comunitaria en este ámbito que datan de 1973 y 1977, respectivamente.