Jueves, 5 de mayo de 2016
José María López de Letona es Vicepresidente del Círculo de Empresarios
Artículo publicado en el diario Expansión
Me encuentro entre quienes creen que el populismo entendido como movimiento político de masas es nefasto para el desarrollo económico, contradictorio con el bienestar de los ciudadanos e incompatible con el estado de derecho.
Y llego a esta conclusión, no por análisis “in vitro” del fenómeno sino por constatación empírica de los hechos. ¿Dónde es evidente un desarrollo económico superior al nuestro bajo la hegemonía de un movimiento populista? ¿Qué régimen inspirado en este movimiento ofrece a sus ciudadanos el bienestar al que aspiramos para nosotros y nuestros hijos y del que encontramos ejemplos en muchos países occidentales? ¿Existe algún país regido por populistas donde sus ciudadanos se sientan protegidos por el imperio de la ley? Al pensar en regímenes populistas iniciamos un viaje mental a la Cuba de los Castro, al Irán de los ayatolas, a la Venezuela de Maduro, al Ecuador de Correa, a la Argentina de los Kirschner o la Bolivia de Evo. ¿Hacia cuál de estos países corre desmelenada nuestra juventud escapando de la “miseria española” para construir en ellos el futuro de bienestar y justicia social al que tienen derecho? Efectivamente, no corren a ninguno. En todo caso, huyen de ellos si han tenido el infortunio de haber crecido y vivido allí. Por lo tanto, y dando por ajustados a la realidad los postulados y ejemplos anteriores, entiendo que es nuestra obligación (la mía y la de mis coetáneos en la medida de nuestras posibilidades) como padres de nuevas generaciones de españoles evitar, cueste lo que cueste, un escenario vital similar al de los países mencionados más arriba. Y ello no debe ser producto de luchas políticas, imposiciones ideológicas o adoctrinamientos mediáticos, sino consecuencia del ejercicio del libre albedrío iluminado por un conocimiento profundo del fenómeno y a través del voto democrático. Pero para que éste esté suficientemente informado, es imprescindible dotar a estas nuevas generaciones de una Educación (con mayúscula) impecable y manifiestamente mejor que la actualmente disponible.
No es casualidad que los partidos populistas o cercanos a dicho movimiento aboguen por la reducción de la edad que permita ejercer el derecho al voto a los 16 años. ¿Qué mejor caldo de cultivo para sus aspiraciones de poder que contar con un nuevo aluvión de votantes adoctrinados a través de las redes sociales y egresados de un sistema educativo de calidad insuficiente y controlado por sus miembros?
Una prestigiosa firma internacional de consultoría ha realizado un exhaustivo diagnóstico sobre el sistema educativo español. Y una de sus primeras conclusiones es que la oferta educativa española está más desajustada que la europea en relación a la demanda del mercado laboral. Así, se considera que un ciudadano europeo (y por ende español) alcanza un nivel de “empleabilidad” suficiente y razonable al dotarse de una Formación Profesional de Grado Medio o de Grado Superior, o una Titulación Universitaria. Y a aquellos que únicamente han cursado la Educación Secundaria Básica y/o el Bachillerato como única formación, se les considera “inempleables” por falta de dotación herramental básica para la realización de un trabajo con posibilidades de remuneración suficiente. Además, un informe de la OCDE del 9 de abril de 2015 (realizado en Suiza, Austria, Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca y España) establecía que “Cerca de dos tercios del crecimiento del empleo en la UE entre 2010 y 2020 se prevé que recaiga en la categoría Técnicos y Profesionales, la categoría más relacionada con la Formación Profesional”.
Pues bien, mientras que la media europea (EU21) de la población entre 25 y 34 años con un nivel máximo de estudios de hasta bachillerato, es decir inempleables o de difícil empleabilidad, es de un 26% en los países de la muestra, este porcentaje oscila entre el 19 o 20% de Suiza, Austria o Alemania hasta el ¡51%! de España. Más de la mitad de nuestra población en ese rango de edad accede al mercado del trabajo sin más bagaje que haber cursado la ESO o, en el mejor de los casos, el Bachillerato. Y con esa única formación, ¿a qué empleo, a qué trabajo, a qué remuneración puede sensatamente aspirar un joven español? ¿Qué empresario, en que sector, puede sentir la necesidad de contratarle y para que responsabilidad?
Este gravísimo problema viene preocupando y ocupando al Círculo de Empresarios desde hace muchos años y de la reflexión sobre el mismo han surgido distintos documentos (sobre Universidad, Formación Profesional, Enseñanza Obligatoria etc., disponibles en www.circulodeempresarios.com) con propuestas para mejorar el sistema educativo y llevarlo al nivel de nuestros vecinos más avanzados, de manera que nuestros jóvenes puedan competir en igualdad de condiciones con sus coetáneos europeos y, de paso, aspirar a un futuro que les garantice los niveles de remuneración suficientes a través de un trabajo motivante y esperanzador.
España es un gran país y debe progresar hacia mayores niveles de confort social y desarrollo económico. No debemos permitir que el futuro sea destrozado por quienes aspiran a convertirlo en un páramo populista donde los alimentos de supervivencia no están en los supermercados y se reparten desde un camión a cambio de firmar una cédula de adhesión al régimen.
