Alicia Coronil es Directora de Economía del Círculo de Empresarios
Artículo publicado en el diario Expansión
En España vivimos un momento complicado con mucha incertidumbre política. Sería deseable que los partidos políticos alcanzaran un acuerdo a la mayor brevedad posible pues peligran los avances logrados y se retrasa la puesta en marcha de las nuevas reformas que permitan afianzar la recuperación económica, impulsar la creación de empleo estable y de calidad, y alcanzar la necesaria consolidación fiscal.
Como país no solo requerimos de medidas que solucionen nuestros problemas en el corto y medio plazo, sino que necesitamos ver más allá, porque en el escenario mundial ya se están produciendo transformaciones geoeconómicas y geopolíticas que debemos afrontar. Si España, y con ella sus empresas, desea ser uno de los protagonistas activos de este nuevo orden, nuestros políticos, a la hora de diseñar el proyecto país al que aspiramos, tienen que tomar en consideración los principales retos a escala global, entre los que destacan:
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El desplazamiento del centro de gravedad económico mundial del Atlántico norte a la zona Asia-Pacífico, ganando protagonismo los países emergentes.
Acuerdos como el Trans-Pacific Partnership (TPP) son un reflejo de este cambio geoeconómico y geopolítico, y refuerzan la conveniencia de acelerar la presencia de las empresas españolas en la zona, tomando como plataforma alguno de los doce países que lo han suscrito. El TPP representa el 36,3% del PIB mundial, un mercado de 800 millones de consumidores, el 22,3% de las exportaciones mundiales de bienes y el 25,72% de las de servicios.
La Unión Europea no ha reaccionado al mismo ritmo que los países de Asia-Pacífico, pues la negociación del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) con EEUU no avanza como sería de desear, debido principalmente a reacciones nacionalistas y proteccionistas. Si se alcanzara este acuerdo, según las estimaciones disponibles, ambas economías se beneficiarían de un incremento del PIB de un 0,5% en la UE y de un 0,4% en EEUU.
Hasta el momento la UE ha firmado sendos acuerdos de libre comercio con Singapur (2014) y Vietnam (2015) con el objetivo de potenciar la presencia y las oportunidades de negocio de las empresas europeas en esta región. El caso de Vietnam es especialmente relevante por sus elevadas tasas de crecimiento económico (6% en 2014), su población de más de 90 millones de habitantes y la aparición de una joven clase media.
Los países emergentes y frontera son los nuevos protagonistas del crecimiento.
En estos países surge una nueva y creciente clase media que demandará mayor variedad de productos y servicios.
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El envejecimiento de la población en las principales economías de la UE.
La futura estructura demográfica europea limitará el potencial de crecimiento de su economía, tendrá repercusiones directas sobre la sostenibilidad del Estado del Bienestar, y modificará los patrones de consumo, ahorro, inversión, innovación y emprendimiento. Asimismo, reducirá el peso político y económico de Europa a nivel global.
Hasta 2030, la población en edad de trabajar (entre 15 y 64 años) retrocederá notablemente en Japón (-12%) y en la Unión Europea (-6%). Concretamente, en Alemania se reducirá un 14%, en Portugal e Italia un 5%, en España un 3% y en Francia un 2%. En contraste, aumentará en Suecia (5%) e Irlanda (13%). Esta tendencia continuará hasta 2050, según previsiones de HSBC Global Research, reduciéndose la fuerza laboral un 29% en Alemania, un 24% en Portugal, un 23% en Italia y un 11% en España.
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Nueva revolución tecnológica y nuevos flujos de talento.
La digitalización y automatización de los procesos productivos darán lugar a un cambio de la concepción tradicional del trabajo.
Por su parte, el mayor desarrollo de los países emergentes favorece la retención y atracción del capital humano más cualificado, lo que obligará a los países desarrollados a poner en marcha nuevas políticas de generación de talento para paliar los efectos negativos del envejecimiento de la población.
Asimismo, las multinacionales, a la hora de definir su estrategia de expansión en nuevos países, asimilando sus usos culturales y empresariales, obtendrán notables ventajas para identificar y promover el talento local. En definitiva, deberán actuar como empresas “multilocales”.
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Medioambiente y reto energético.
En caso de que fracasen las medidas adoptadas en la cumbre COP 21 de París, la temperatura media de la tierra podría aumentar hasta 4ºC a finales de este siglo, lo que provocará efectos negativos sobre el crecimiento económico (del -1,5% en 2060), el bienestar y el ecosistema medioambiental.
Por ello, es preciso aumentar la eficiencia energética y diseñar un nuevo mix en el que ganen protagonismo las energías renovables, que dependerá en parte de la evolución de los precios de las materias primas energéticas.
En definitiva, estos retos, presentes y futuros, obligan a España a seguir ganando en competitividad, lo que pasa por mejorar no solo nuestro talento, sino también por incrementar el tamaño medio de las empresas españolas, eliminando los obstáculos regulatorios a su crecimiento. Nuestro tejido empresarial necesita de manera urgente crecer para adaptarse a este nuevo entorno, ganar productividad, generar empleo estable y de calidad, innovar, atraer y retener al talento, e internacionalizarse. Todo ello, favorecería la generación de las palancas necesarias para que España se convierta en un actor relevante de este nuevo mundo en el que el talento y la innovación adquieren mayor protagonismo.