Jaime Requeijo es Doctor en Ciencias Económicas y Licenciado en. Derecho. Técnico Comercial y Economista del Estado.
Las continuas tensiones que afectan a la deuda soberana de algunos países de la Unión Monetaria, entre ellos a España, y que se traducen en un aumento tendencial de las primas de riesgo y del coste de las nuevas emisiones, tienen un doble origen: haber pactado una política monetaria común frente a políticas fiscales nacionales, sometidas estas últimas a límites fácilmente superables; y los rápidos aumentos de los déficit públicos derivados de la caída de los ritmos de crecimiento, a partir de 2007, acrecentados, además, por la confianza de algunos gobiernos en los efectos balsámicos de un gasto público acrecentado. Hasta el momento, las turbulencias –que ponen en tela de juicio la existencia misma del euro– han recibido un tratamiento paliativo, a través de varios fondos comunitarios destinados a facilitar ayuda financiera a los países en situación más delicada, ayuda sometida a condicionalidad, y a través de las intervenciones del Banco Central Europeo. Sin que, por el momento, las tensiones se hayan calmado.
Tensiones, a nuestro entender, que no remitirán hasta que los dirigentes de la Unión Monetaria Europea aborden el núcleo del problema y decidan desnacionalizar la política fiscal y crear un Tesoro común que sea el único autorizado para emitir deuda común, respaldada por todos los gobiernos de la Eurozona. De hacerse así, y de canjearse esa nueva deuda, en todo o en parte, por la deuda soberana en curso, la desconfianza que afecta a la deuda pública de varios países remitiría, los tipos de interés de las emisiones se reducirían y los ritmos de crecimiento de los miembros de la Unión Monetaria, hoy muy reducidos o negativos, se elevarían sustancialmente. Todo lo cual no implica que los países con notables desequilibrios fiscales queden exentos de estabilizar sus economías; todo lo contrario: deberán redoblar sus esfuerzos en ese sentido para no verse constreñidos por la restricción que impondría la política fiscal única. Pero la solución propuesta sí implica el fortalecimiento del euro, cuya ruptura acarrearía consecuencias desastrosas para el conjunto de la economía mundial, y un mayor dinamismo de todos los miembros de la zona, dinamismo que facilitaría, en grado sumo, el reequilibrio de sus cuentas públicas. Autor: Jaime Requeijo En Círculo de Empresarios | Libro Marrón 2012: El futuro del euro